Como cada año, a medida que agosto se despide, una pregunta comienza a sobrevolar es: ¿se viene la Tormenta de Santa Rosa? Este fenómeno, arraigado en el imaginario popular, mezcla una leyenda religiosa de más de 400 años con una explicación meteorológica concreta que anuncia la transición del invierno a la primavera en el hemisferio sur.
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La historia nos transporta a Lima, Perú, en el año 1615. La ciudad estaba aterrorizada ante la inminente llegada de una flota de piratas holandeses que amenazaba con saquearla. Ante la desesperación, una beata local llamada Isabel Flores de Oliva, conocida hoy como Santa Rosa de Lima, convocó a los fieles a orar con ella en la iglesia para pedir por la salvación de la ciudad.
Según cuenta la leyenda, una violenta e inesperada tormenta se desató sobre el mar, dispersando las embarcaciones piratas e impidiendo el ataque. El milagroso evento fue atribuido a las plegarias de Rosa, quien falleció un 24 de agosto de 1617 y fue canonizada por la Iglesia Católica años más tarde. Su festividad, celebrada cada 30 de agosto, quedó inexorablemente ligada a la aparición de un temporal.
Del milagro a la ciencia: ¿qué dice la meteorología?
Más allá de la fe y la tradición, la recurrencia de tormentas a fines de agosto tiene una explicación científica. Este período del año marca una transición atmosférica clave en nuestra región. «Lo que sucede es que a finales de agosto comienzan a llegar las primeras masas de aire húmedo y cálido desde el norte, que chocan con las últimas masas de aire frío del invierno», explican los expertos del Servicio Meteorológico Nacional.
Este choque de masas de aire de diferentes temperaturas y humedades genera las condiciones ideales para la inestabilidad atmosférica, propiciando la formación de nubes de gran desarrollo vertical y, consecuentemente, tormentas que suelen venir acompañadas de lluvias intensas, ráfagas de viento y actividad eléctrica.
La tormenta de Santta Rosa se acerca a La Plata
Es importante aclarar que la Tormenta de Santa Rosa no es un fenómeno meteorológico con características únicas y definidas, sino más bien una denominación popular para las tormentas que ocurren en el lapso de tiempo cercano a la festividad religiosa, aproximadamente cinco días antes o después del 30 de agosto.
